La comunicación permite potenciar a cualquier organización. Si se vincula con una forma de pensar a futuro, el resultado se manifiesta en una herramienta eficaz para conseguir las metas deseadas.
La comunicación nos conecta con la vida. La empleamos a diario en distintos ámbitos y planos, ya sea para transmitir mensajes simples como órdenes o pedidos cotidianos o para comunicar nuestras ideas y sentimientos.
A medida que nuestra sociedad ha progresado, la comunicación lo ha hecho con ella, cambiando sus herramientas y los actores dentro de este ejercicio. El progreso de la humanidad nos ha llevado a afinar nuestras capacidades comunicativas hacia espacios más específicos, y la aplicación del pensamiento estratégico en ella es uno de estos avances.
El pensamiento estratégico
Este se centra en un enfoque hacia el futuro. Su proceso se suele aplicar en una situación o contexto específico. Pero, como requerimiento, es necesario plantear una meta dentro de un proyecto que sea conveniente.
El pensamiento estratégico facilita la solución de problemas y contribuye a identificar objetivos a largo plazo para obtener ventajas en el futuro. Constituye una forma de razonamiento para tomar decisiones, reduciendo los niveles de incertidumbre lo máximo posible.
Desarrollar este pensamiento toma tiempo. Debemos entrenarnos para saber identificar objetivos y generar un mecanismo para lograrlo en cierto plazo de tiempo. Por esta razón suele aplicarse mucho en el sector empresarial y de negocios, aunque también se puede emplear en otros círculos.
La transformación de la comunicación estratégica
Requiere de estrategia el gestionar las partes intangibles de una organización. En el mundo empresarial se ha perfeccionado su uso. Ahora existen varios monitores de reputación, ya que es una base fundamental para lograr objetivos trazados a cierto plazo de tiempo.
Juan Emilio Maíllo Belda señala que la comunicación estratégica se puede definir como «la comunicación alineada e integrada con la estrategia global de la compañía que impulsa y mejora el posicionamiento estratégico de la organización»1. Sin embargo, muchas empresas alrededor del mundo aún no comprenden sus beneficios, y pueden perder mucho tiempo y oportunidades —y peor aún, no ser sostenibles— para aprender a leer al otro, habilidad que permitiría afinar las metas a largo plazo.
El pensamiento estratégico permite generar planes de distintas índoles, y los sujetos interactúan alrededor de ellas. Las metas también influyen mucho a la hora de hacer las estrategias. Por ello, las que se usan son aquellas que generan acciones rentables que después perdurarán en el inconsciente colectivo.
La comunicación y el pensamiento van unidos de principio a fin, ya que de una buena idea se crea toda una constelación de acciones. Si ambos se vinculan a la hora de velar por la sostenibilidad una organización —no importa el tamaño—, se podrán calibrar de manera más específica y servirán mejor a la sociedad.