En su libro “Small Countries: Structures and Sensibilities”, los investigadores Ulf Hannerz y Andre Gingrich se preguntan: ¿Qué es un país pequeño? ¿Lo es por el tamaño de su territorio o por el de su población? Este estudio, nos ha legado diversas enseñanzas para abordar desde una perspectiva más sensata cómo deben afrontar los desafíos del desarrollo global los países considerados pequeños, como lo son la mayoría de los países latinoamericanos, con excepción de Brasil.
El consenso entre los estudiosos de la configuración en el nuevo mundo de problemas estructurales en la conducción política de los estados de la región se expresa en lo que algunos denominan los procesos de “modernidad inconclusa”, es decir, heredamos de Europa su sistema de instituciones para normar la vida en común. Sin embargo, estas estructuras organizativas no lograron desarrollarse de forma plena, lo cual ha configurado en el tiempo escenarios sociales que han impedido alcanzar niveles de desarrollo que se han logrado en otras regiones del mundo en donde los factores culturales han logrado impulsar procesos de desarrollo que hoy son reconocidos a nivel global.
Un ejemplo concreto lo encontramos en Corea del Sur, país que en los años 60 era superado en su crecimiento económico por la mayoría de los países latinoamericanos. Hoy la economía surcoreana ha alcanzado altos niveles de sostenibilidad en su crecimiento. Cuando se les pregunta a sus líderes, como han alcanzado lo que se conoce como el milagro económico surcoreano la respuesta unánime es: “Corea del Sur consiguió llegar hasta donde está hoy debido a la decisión de apostar por el único recurso que tenía en abundancia: su gente”.
Fuente: https://bit.ly/3E7Bl7l
En los países latinoamericanos en cambio, los modelos económicos basados en la exportación de materias primas sin ningún valor agregado, asociados a estructuras administrativas ineficientes y corruptas han impedido el desarrollo económico de la región. Hoy, en pleno proceso de postpandemia por COVID 19, la brecha social ha aumentado en todos los países de la región pues el impacto de la pandemia ha generado una contracción de la economía mundial, lo que se traduce en mayores índices de pobreza y pobreza extrema.
Ante este escenario nos surge una pregunta: ¿Cómo las nuevas generaciones de ciudadanos de la región van a asumir el reto de la participación política con el fin de aprovechar las ventajas que nos ofrece la era digital para desarrollar iniciativas económicas, política y sociales para impulsar la postergada tarea de invertir en la gente?
Este es el gran desafío que como región enfrentamos en este momento histórico en donde el mundo se prepara para superar una de las peores recesiones económicas después de la Segunda Guerra Mundial. Bueno es estudiar los casos de éxito como el de Corea del Sur, pues siendo como la mayoría de los países latinoamericanos, un país pequeño, logró, gracias a la decisión estratégica de invertir en su recurso más valioso, su gente, superar el desempeño económico y social de un sinnúmero de países pequeños con mayores ventajas competitivas en cuanto a recursos naturales, las cuales, desafortunadamente no se tradujeron en progreso y bienestar para su población.
